martes, 14 de febrero de 2017



LAS PIEDRAS QUE CAEN Y LOS SATÉLITES QUE ORBITAN ALREDEDOR DE LA TIERRA

   

Durante muchos lustros se ha especulado sobre la caída de piedras cósmicas en nuestro planeta azul. Si lo que se ha visto es una simple estrella fugaz o un meteoroide. Si los meteoritos encontrados en la superficie del planeta son reales o se trata de otros cuerpos rocosos e incluso de imitaciones que nada tienen que ver con su origen extraterrestre. Igualmente pasa con los cráteres de impacto provocados por la energía que desarrollan los meteoritos al impactar con el suelo. En demasiadas ocasiones nos han dado “gato por liebre”, con la única finalidad de sacar un lucro personal, notoriedad o atraer el turismo en la zona craterizada.



  • Entrada en la atmósfera de meteoros, bólidos y meteoroides.
  • Imágenes de algunos de los meteoritos más importantes.
  • Vista a “ojo de pájaro” de algunos grandes cráteres de impacto

Los meteoros son fenómenos luminosos que se producen cuando un meteoroide atraviesa nuestra atmósfera. Es sinónimo de estrella fugaz, aunque esta última terminología es totalmente inapropiada, ya que no se trata de estrellas. Los bólidos son meteoros muy brillantes, incluyo más que Venus y de bastante más peso. Presentan la apariencia de una esfera de fuego en vez de un aspecto puntual. La estela que deja a su paso persiste durante algunos minutos y pueden dar lugar a fenómenos acústicos como una explosión. Mientras los meteoroides pasan por la atmósfera, se vaporizan totalmente y fragmentan, y si no son consumidos totalmente en su ingreso al planeta, llegan a su superficie en forma de meteoritos. Estas verdaderas piedras del espacio, bien sean pétreas, férreas o ferro-pétreas, y según sus dimensiones pueden causar verdaderas depresiones en el terreno, producto del impacto. Estas depresiones reciben el nombre de cráteres de impacto. El más conocido es, sin duda, el Cráter Barringuer, en Flagstaff, Arizona, aunque el mayor de todos se halla en Kazajistan, con 350 Km de diámetro. 

   


Una de las agencias dedicadas al registro de satélites en órbita más importante es la Space Surveillance Network de Estados Unidos (conocida por las siglas SSN, Red de Vigilancia Espacial). Esta red de observatorios ha estado registrando desde 1957 cada objeto fabricado por el hombre con un tamaño superior a 10 cm que se encuentre orbitando la Tierra y también mantiene un registro de la basura espacial que corresponde a cada país.



La SSN se fundó en 1957 tras el lanzamiento del Sputnik 1 por la Unión Soviética en Octubre de ese año, el primer satélite artificial puesto en órbita terrestre. El Sputnik estuvo en órbita hasta que se incineró el 8 de enero de 1958 durante su reentrada a la atmósfera. Orbitó a una velocidad de 32.186,88 km/h emitiendo una señal de radio constante que permitió medir, en otras cosas, la concentración de iones en la ionosfera.

 


En 2008, Rusia contaba con cerca de 1.400 satélites en órbita, Estados Unidos unos 1.000, Japón más de 100, China alrededor de 80, unos 40 tenía Francia, India más de 30, casi igual que Alemania, 25 Canadá y Reino Unido y al menos 10 satélites cada uno de estos países: Italia, Australia, Indonesia, Brasil, Suecia, Argentina, Arabia Saudí y Corea del Sur. El total aproximado era de unos 3000 satélites operativos.



 Además de los satélites operativos, miles de objetos artificiales orbitan la Tierra, la denominada basura espacial. Según la Orbital Debris Program Office de la NASA, en el año 2016 se alcanzó la cifra de 17817 objetos, de cuales 6.354 objetos pertenecían a la Comunidad de Estados Independientes (antigua Unión Soviética), seguida de Estados Unidos con 5.699 y de China con 3.782.



La Agencia Espacial Europea es la que menos basura espacial produce.



La compañía Sea Launch Co. LLC, un consorcio de 4 empresas de Estados Unidos, Rusia, Ucrania y Noruega, pone en órbita varios satélites cada año desde aguas internacionales con fines comerciales. La compañía, administrada por Boeing, se declaró en bancarrota en Junio de 2009 pero se recuperó oficialmente el 27 de Octubre de 2010.



El satélite artificial más grande actualmente en órbita terrestre es la Estación Espacial Internacional. Algunos satélites, los llamados micro, nano o picosatélites, pueden ser tan pequeños como 10 cm de diámetro y pesar poco más 0.1 kg. El satélite operativo más antiguo es el Vanguard 1, puesto en órbita el 17 de Marzo de 1958, y también fue el primer objeto artificial que utilizó la energía solar.




LA TRAYECTORIA DE LOS PLANETAS

 


 Los planetas del Sistema Solar se mueven alrededor del Sol recorriendo trayectorias, también llamadas órbitas, elípticas. Todos los planetas viajan en el mismo sentido pero se mueven a distintas velocidades, de manera que barren áreas iguales en tiempos iguales; por este motivo los planetas más alejados del Sol se mueven más lentamente. 
Las trayectorias de los cuerpos celestes son curvas que pertenecen a la familia de las cónicas, es decir, elipses, parábolas e hipérbolas. Las ecuaciones de estas curvas en coordenadas cartesianas son:
 

Elipses:
Las órbitas elípticas tiene al Sol en el foco; el punto de la elipse más cercano al Sol se llama el perihelio y el más alejado el afelio. La mayor parte de los cuerpos del Sistema Solar (planetas, cometas, asteroides...) siguen trayectorias elípticas aunque con excentricidades muy diferentes.


Si la distancia del planeta al Sol en el perihelio es parecida a la distancia en el afelio, la elipse tiene una excentricidad pequeña: la órbita es casi circular. Los planetas pertenecen a este grupo.


Por el contrario si la distancia del planeta al Sol en el perihelio es mucho menor que en el afelio, la elipse tiene una excentricidad muy pequeña: la órbita es casi una parábola. Los cometas, y algunos cuerpos menores del Sistema Solar tienen órbitas de este tipo.


Los cuerpos con trayectoria hiperbólica no están atrapados por la gravedad del Sol y pueden escapar del Sistema Solar. Puesto que el Sistema Solar es bastante viejo, el número de cuerpos con trayectoria hiperbólica es muy pequeño: algunos fragmentos de roca desprendidos en las colisiones entre cuerpos del Sistema Solar (por ejemplo en la corrientes de meteoroides o en el cinturón de asteroides) y las sondas espaciales diseñadas para este propósito (por ejemplo los Pioneer o los Voyager de la NASA).


LA FORMA DE LAS GALAXIAS   
 
Las galaxias vienen en tres clases principales distinguidas por su apariencia: las espirales, como la Vía Láctea, tienen forma de molinete; las irregulares no tienen ninguna forma distinguible; y las elípticas son objetos redondeados u ovalados.
Las espirales y las irregulares son típicos sitios de formación estelar, y por lo tanto contienen estrellas jóvenes. Las elípticas, habiendo agotado su provisión de gas fresco, no pueden ya formar estrellas, y mayormente contienen estrellas muy antiguas.
Las galaxias espirales son un compuesto de estrellas y gas en disco que rodea un bulto central, que es bastante similar a una galaxia elíptica, pero más pequeño. Las ondas en el disco forman los brazos espirales, y causan que el gas colapse y forme nuevas estrellas. Por esto, el disco es rico en estrellas jóvenes. Las estrellas más antiguas se encuentran típicamente en el bulto.
Las galaxias elípticas y los bultos de las espirales han sido el sujeto de varias décadas de trabajo observacional y teórico. Durante décadas, los astrónomos pensaron que la rata de rotación de estos sistemas estelares esféricos determinaba si serían de forma redondeada u ovalada, con las elípticas de más rápida rotación siendo las más planas.
Detallados estudios de miles de elípticas durante los años, ahora sugieren una imagen completamente distinta. Las elípticas y los bultos son soportados en contra de su propia gravedad, lo que causaría que se encogieran, debido al movimiento aleatorio de las estrellas, algo como el movimiento de las moléculas en un gas caliente. La distribución del movimiento estelar determina la forma final de la galaxia, esto es, si es esférica, ovalada, o muy aplanada.



·      Elíptica

·      Espirales

·      Irregulares
·      Peculiares

LA HISTORIA DE LA MANZANA DE NEWTON